viernes, 30 de marzo de 2012

Cifras y letras. De la huelga general y el grito del pueblo

No deja de llamarme la atención la guerra de datos que acompaña a toda huelga o manifestación. En el espacio en el que unos pocos ven apenas unos cientos de cabezas discrepantes, los otros son capaces de contar millones de personas, representantes de la voz crítica del pueblo. Unos y otros acusan al bando rival (¿?) de manipular a su favor las cifras y responden con una hipérbole contable aún mayor.

¿Hasta qué punto es lógica esta obsesión por las cifras? No creo que una protesta esté más justificada cuanto más apoyo tenga -ejemplos tenemos cientos de multitudinarias reivindicaciones difícilmente justificables- y me niego a admitir que un pequeño grupo de escasos centenares de personas, por su número, pierdan razón al esgrimir sus argumentos.

Pero los números pesan más que las razones cuando se trata de hacer patente una rivalidad. Y ese es, desde mi perspectiva, el uso que hacen unos y otros (más unos que otros) de los datos y de la realidad. Los sindicatos, parapetados aún (tantos años después) en el manido argumento de "han llegado los malos, sólo quieren quitarnos nuestros derechos". ¡Bienvenidos a la Edad Media 2! -y yo aún sin aprobar la primera...-. Otros se alegran al ver (o al menos expresar) que sus "rivales" han perdido fuerza desde que se manifestaron el año anterior, en los estertores del Gobierno de ZP. Realmente, ¿a alguien le importa eso?

Es evidente que una gran masa de la población es contraria a la reforma laboral. Habrá quien lo sea, tras un análisis sincero de la misma y con argumentos totalmente válidos; habrá quien apenas conozca los titulares y crea justificado a partir de éstos oponerse abiertamente a la reforma; y es posible, incluso, que un grupo se oponga sin saber ciertamente a qué se opone, sólo por venir de donde viene la reforma.

¿Hasta qué punto alcanza esta protesta? No tengo ni idea, pero si se trata de cifras, no resulta muy complicado intuir que, de los casi 11 millones de personas que votaron al PP hace apenas cuatro meses -el 44% de los votantes- muy pocos pueden estar incluidos en esa masa de protesta, básicamente porque esta reforma era la base de su programa.

Ahora bien, carezco de conocimientos -y esto tampoco sorprenderá a quien me conozca- para considerar positiva o negativa la reforma laboral. Es evidente que se limitan -y mucho- unos elementos que el trabajador considera parte de su seguridad y se le da mayor libertad de maniobra al empresario. Pero, no deja de ser paradójico que, hoy, cuando hay 5 millones de personas en el paro, cuando las empresas echan una tras otra el cierre, y las pocas personas que con fortuna encuentran un trabajo suelen hacerlo en condiciones poco ventajosas (contratos por obra, temporales, etcétera), se clame porque se pueda reducir la indemnización por despido. Pero al ritmo al que vamos, ¿va a quedar alguien con derecho a esa indemnización en unos años?

No se me malinterprete, no niego que esto pueda resultar un problema para muchos -no presente, no obstante, dado que la ley no tiene carácter retroactivo-. Pero no considero un problema menor el de los millones de personas -y cada vez más- que hoy carecen de empleo y de forma para ganarse la vida. Por esa razón, creo que es necesario un cambio en el sistema; que éste sea el camino no es algo que me vea capacitado a determinar, los resultados serán cuestión de tiempo... Y ahí sí será difícil que podamos jugar con las cifras.

P.D: Sin ánimo de restar legitimidad y valor a los miles de personas que ayer se manifestaron en contra de la reforma laboral, vaya por aquí mi más sincero desprecio a esos grupos (convencido estoy de que mínimos), que acosan, insultan y hasta agreden a quienes con total libertad -¿de eso se trata, no?- deciden obviar la huelga y trabajar...