martes, 2 de agosto de 2011

Hakuna Matata

Caídas en bolsa, problemas con la deuda, pérdidas millonarias...Los Mercados (¿quién carajo son los mercados?) se encuentran en estado de pánico. El mundo de la economía, la bolsa y la inversión les suena a muchos a un mundo ajeno, a una dimensión supravital, algo sólo al alcance de sesudos científicos y, cómo no, Iker Jiménez, al que no se le escapa una. Así, al menos, lo veía yo hasta hace poco más de dos años y, aunque a base de palos, algunas pinceladas de este universo desconocido he ido descubriendo, mentiría si me señalara como un entendido en la materia.

El caso es que hoy todos sabemos un poco más de estas cuestiones, que parece que están de actualidad. Hasta una emisión de letras de Grecia puede convertirse en un distendido tema de debate en el botellón que se organiza frente a la Facultad de Ciencias de la Información de la UCM (lo sé porque me lo han contado, que yo ya no tengo edad para moverme en esos ambientes). Ahora, nos dicen que no hay confianza en España. Y para ilustrarlo exhiben una especie de termómetro llamado prima de riesgo (y uno se pregunta, ¿quién es Riesgo? ¿y qué tal es su prima?) que parece haberse recalentado en las últimas semanas y ya marca casi 400. Y no, "no tiene nada que ver con el cambio climático", ha asegurado el primo de Rajoy (y por primo me refiero al hijo de su tío, no se hagan interpretaciones ajenas a mi intención).

Nos reiteran que es una cuestión de confianza. Y también de especulación. No se cree en España y los más listos aprovechan para atacarnos. Como el típico grandullón del colegio que se acercaba a provocar al más endeble de la clase, esperando una respuesta de éste que justifique el guantazo definitivo. ¿Y qué te diría tu madre ante esto?: "Hijo, tu pasa aunque te insulten, que ya se cansarán...". Sabiduría materna.

¿Y si aplicamos la sabiduría materna a la economía? Que nos atacan...pues pasamos. Que la prima de riesgo supera los 400 puntos...me da igual. Ya se cansarán, ¿no? También podemos hacer como que todo va bien:
       - "No mira, que tu economía no crece".
       - "Ya, porque yo no quiero, que, con ésta así, ya tengo suficiente".
       - "¿Y los cinco millones de parados?".
       - "Bah, esos nada, de vacaciones continuas y pagadas".
España e Italia se ríen de los mercados.

Imaginen la cara de tonto que se les quedaría a esos temidos especuladores. El chico endeble, España, y su inseparable amigo Italia, ignoran sus amenazas y se marchan tarareando aquello de "hakuna matata, vive y deja vivir, hakuna matata, vive y sé feliz...". Se verían obligados a llamar a sus terribles aliadas, las agencias de ráting (una palabra cuya raíz semantica es, indudablemente, la misma que la de rata). Entonces llega la amenaza más temida: "¡Te vamos a bajar la nota a bono basura!". España las mira sorprendido. Por un momento piensa quejarse, patalear. Es una decisión injusta, pero...y si su respuesta fuera: "Ah, no pasa nada, esa me la pensaba dejar para septiembre". Ahí sí que les estaría dando duro. Quedarían noqueadas.

Tal vez, después de todo eso, la economía seguiría flojeando, el paro no dejaría de subir, España tendría que dejar de pagar sus deudas, nos recortarían servicios sociales, los bancos no nos darían créditos e incluso nos restringirían nuestros ahorros. Pero las risas que nos echaríamos mientras, no nos las quitaría nadie. Pues eso, la receta está clara: confianza, ignorar al enemigo y "ningún problema debe hacerte sufrir, lo más fácil es saber decir, Hakuna Matata".

domingo, 10 de julio de 2011

La fábula del bebedor rescatado

Nico era un tipo normal. Normal a más no poder. Vamos, de estos que si te preguntan "¿y cómo es él?" (me ahorro el "¿en qué lugar se enamoró de ti?") sólo sabrías responder: "Pues, muy normal". Trabajaba vendiendo yogures (alguien tendrá que ocuparse de estas cosas, ¿no?) y, con lo que cobraba, le llegaba para tomarse unas copas, de Larios, muy esporádicamente.

Una tarde de verano, la vida de Nico cambió bruscamente. Sus amigos le habían llamado, porque necesitaban hablar con él. Al llegar, le invitaron a formar parte de un extraño club, la Unión Etílica, cuyo fin sería ayudarse unos a otros para poder salir a beber con mayor frecuencia. A Nico le entusiasmó la idea, pues disfrutaba mucho de las noches de farra con sus amigos. Pero alegó que su sueldo le impedía salir a tomar copas de forma habitual. "Despreocúpate, loco. Para eso está la Unión Etílica, para que los que más tienen ayuden a los que menos, y todos podamos salir juntos de fiesta", le aseguró el jefe del grupo, Ángel Miguel. "O todos o ninguno", continuó, muy al estilo Mahou (ver vídeo).


Convencido, Nico se unió al grupo y pronto comenzó a disfrutar de frecuentes noches de fiestas junto a sus amigos de la Unión Etílica. Con la ayuda recibida de sus compañeros, Nico no sólo comenzó a salir noche tras noche, sino que, además, se permitió sustituir sus copas de Larios por los más glamourosos gintonics de Hendricks (con su pepino, como debe de ser).

Nico no podía creer lo que le estaba pasando. Era como un sueño cumplido. Y comenzó a salir cada vez con mayor frecuencia y a beber más y de más calidad. Salía y bebía más, incluso, que sus compañeros más pudientes de la Unión Etílica. Todo era perfecto en su mundo.

Hasta que..."ala, pues no llevo nada ahora encima para pagarte la copa", le dijo ruborizado a uno de los camareros de la zona. "No te preocupes", obtuvo por respuesta. "Te la tomas y ya me la pagarás mañana". Nico aceptó y este hecho excepcional comenzó a convertirse en la tónica (con ginebra, por supuesto) habitual de sus noche de jarana. Nico gastaba más y más, e iba retrasando, cada vez más, el pago de sus copas, hasta el punto de que en los bares de la zona comenzaron a cobrárselas algo más caras.

Todo seguía bien, hasta que una ola de recortes en la ciudad provocó una reducción de sus ingresos laborales y, lo que era más grave, de las ayudas de sus de amigos de la Unión Etílica. De repente, los equilibrios vitales de Nico se vinieron abajo. Él siguió saliendo y consumiendo buen alcohol. Pero los pagos se iban aplazando y los precios que le cobraban aumentaban exponencialmente.

Un buen día, todo estalló. Tres señores de oscuro (Moise's, Fito y Sergio Pablo) se paseaban por su zona de marcha, alertando del peligro de que Nico no pagara sus copas. Los camareros se unieron para reclamarle un dinero que no tenía. Nico era incapaz de hacer frente a sus obligaciones, y sus compañeros de la Unión Etílica le hicieron un elevado préstamo, para que pudiera pagar sus copas, con la condición de que moderara sus gastos. Nico agradeció el apoyo de sus amigos y, como muestra de buena voluntad, decidió sustituir sus copas de Hendricks por Beefeter.

La medida no fue suficiente, porque Nico mantuvo su ritmo de fiestas y copas diarias. Ahora, no sólo era incapaz de pagar las copas, sino que la devolución del préstamo a sus ámigos parecía misión imposible. Pronto, los señores de oscuro volvieron a levantar las alertas, los bares de la zona elevaron los precios de los Beefeter que solicitaba Nico y su incapacidad de pago crecía sin mesura. Nuevamente, la Unión Etílica tuvo que acudir al rescate de Nico, aunque en esta ocasión se lo pensaron mucho. Finalmente, accedieron, pero a cambio de nuevas condicones: Nico tendría que salir menos de fiesta, cambiar el Beefeter por el Larios y volver a casa en metro y no en taxi.

No tuvo más remedio que aceptar, pero antes se permitió protestar: "El Larios me dará resaca"...Sus amigos pensaron: "Por suerte, la resaca no es contagiosa". ¿O sí? 

 P.D: Esta historia fue escrita a las 5 de la mañana, depués de una noche con Nico y sus amigos. Cualquier parecido con la realidad es fruto de su imaginación (y supongo que de la mía). Sea cual sea su interpretación de esta historia, sobre todo si interpreta que es una auténtica mierda, probablemente sea válida.

sábado, 9 de julio de 2011

Atiza, atiza, que está calentito...

"Echa otra monedita, que esto está caliente". La frase resulta suficientemente evocadora: un pequeño bar, envuelto en un ambiente de humo (ah, cierto, esto ya no...), tazas de cafés que se posan sobre la barra y allá, en la esquina, un abuelo golpea con insistencia los coloridos botones de una máquina tragaperras, con el convencimiento de que el premio gordo está próximo.

Ahora bien, no son consideraciones sobre el azar, la ludopatía o los bares las que me han sugerido esta frase. Se trata de algo más oscuro, obviado por el común de los mortales y, sin embargo, trascendente para todos: las agencias de ráting y su actitud durante la crisis. Digo que se trata de un tema ignorado por la mayoría, aunque en los últimos días, tras agitar nuevamente los temores del mercado sobre la salud de Europa, han pasado a ocupar un lugar destacado en titulares de periódicos, debates televisivos e, incluso, hasta discusiones de barra de bar. Mucho se ha dicho y escrito en contra, como en este ejemplo de José A. Estévez Araujo o, caso extraño, con una visión menos crítica, como hace Miquel Roig, responsable de expansion.com. Yo prefiero reservarme mi opinión al respecto (aunque en cierto modo la insinúe en el título), por considerarme poco entendido y porque no es el fin de este post (tampoco tengo muy claro cuál es ese fin) abordar áridas polémicas económicas.

Como venía contando, más allá de momentos puntuales como el actual, las agencias de ráting, como todo lo concerniente al ámbito económico, suelen vagar, rodeadas de un silencio sepulcrar, entre los recovecos de la opinión pública. "Eso de la economía es un rollo", dicen. Lo es, pocos lo niegan. Pero su influjo sobre la vida cotidiana es, igualmente, innegable. En la de todos.

Sin embargo, mientras padecemos, en mayor o menor grado, los resultados de una crisis económica que, en su constante transito, va carcomiendo, poco a poco, algunos privilegios sociales que considerabamos inalienables, miramos hacia otro lado. Callamos y nos estamos quietos: "lo que la economía nos ha quitado, que nos lo devuelva la economía", pensamos, sin darnos cuenta de que nosotros también somos la economía.

Podrán decirme, y no estarán faltos de razón, que movimientos como el 15m acaba en gran parte con esa actitud de apatía. Pero, sin entrar en formas ni contenido, no deja de tratarse de un movimiento minoritario y pasajero. No llamo a extender movimientos revolucionarios; lo siento, pero tiendo a recelar de ellos. Llamo a la reflexión interna y a la implicación. A desacomodarse y tomar las riendas, en lo posible, de lo que te afecta. A preservar tu independencia. Eso es ser un círculo. Y que no te sigan atizando hasta extraerte el premio gordo...


sábado, 2 de julio de 2011

¿Y por qué Círculos?

Una vez me preguntaron ¿por qué? Y yo sólo respondí: ¿por qué no? Una vasca con nombre de entrenador de fútbol me enseñó, en cierta ocasión, lo difícil que es encontrar respuesta a un "¿por qué no?". No obstante, considero poco apropiado empezar esta aventura 2.0 (¿o esto de los blogs era 1.0?) con evasivas ante tan comprensible duda, para quien haya tenido el valor de asomarse a este universo paralelo y para lelos; El Universo de los Círculos.

"¿Y por qué Círculos?", vuelve a resonar entre el expectante coro, que aun aguarda razones para dar el salto definitivo hacia ese nuevo universo que se yergue ante sus ojos. La duda es razonable y la respuesta, tal vez, decepcionante. Para quien escribe estas torpes líneas, el Círculo representa la plasmación de la perfección vital. La que aspira a la plenitud individual, la que gira, bota y rebota por los avatares de la vida sin temor a retroceder, la que contacta pero no se encaja. 

No se encaja, esa es la clave. El Círculo no busca su complemento en otra figura. Es evidente, ¿se imaginan tratar de encajar un Círculo en una estructura del Tetris? Por arriba, por debajo y a ambos lados, el Círculo sería capaz de mantener su independencia, su perimetro de seguridad inalienable. Pero no me malinterpreten. No se trata de una negación del carácter social del Círculo. El Círculo también se relaciona, pero sin menoscabo de su independencia. Es pleno en su individualidad y por ello exprime con mayor provecho sus relaciones sociales. En fin, no se trata de convertir esta entrada en una absurda reflexión filosófica (aunque me presto a polemizar con quién lo desee).

El Universo de los Círculos será (pretende ser) una parte de mí, en la que les invito a participar. Una plasmación de experiencias vitales, serias cuando deban serlas, absurdas habitualmente, como su propio autor...En resumen, no tengo la menor idea de lo que será El Universo de los Círculos; si se animan a descubrirlo, aquí estaremos.