Nico era un tipo normal. Normal a más no poder. Vamos, de estos que si te preguntan "¿y cómo es él?" (me ahorro el "¿en qué lugar se enamoró de ti?") sólo sabrías responder: "Pues, muy normal". Trabajaba vendiendo yogures (alguien tendrá que ocuparse de estas cosas, ¿no?) y, con lo que cobraba, le llegaba para tomarse unas copas, de Larios, muy esporádicamente.
Una tarde de verano, la vida de Nico cambió bruscamente. Sus amigos le habían llamado, porque necesitaban hablar con él. Al llegar, le invitaron a formar parte de un extraño club, la Unión Etílica, cuyo fin sería ayudarse unos a otros para poder salir a beber con mayor frecuencia. A Nico le entusiasmó la idea, pues disfrutaba mucho de las noches de farra con sus amigos. Pero alegó que su sueldo le impedía salir a tomar copas de forma habitual. "Despreocúpate, loco. Para eso está la Unión Etílica, para que los que más tienen ayuden a los que menos, y todos podamos salir juntos de fiesta", le aseguró el jefe del grupo, Ángel Miguel. "O todos o ninguno", continuó, muy al estilo Mahou (ver vídeo).
Convencido, Nico se unió al grupo y pronto comenzó a disfrutar de frecuentes noches de fiestas junto a sus amigos de la Unión Etílica. Con la ayuda recibida de sus compañeros, Nico no sólo comenzó a salir noche tras noche, sino que, además, se permitió sustituir sus copas de Larios por los más glamourosos gintonics de Hendricks (con su pepino, como debe de ser).
Nico no podía creer lo que le estaba pasando. Era como un sueño cumplido. Y comenzó a salir cada vez con mayor frecuencia y a beber más y de más calidad. Salía y bebía más, incluso, que sus compañeros más pudientes de la Unión Etílica. Todo era perfecto en su mundo.
Hasta que..."ala, pues no llevo nada ahora encima para pagarte la copa", le dijo ruborizado a uno de los camareros de la zona. "No te preocupes", obtuvo por respuesta. "Te la tomas y ya me la pagarás mañana". Nico aceptó y este hecho excepcional comenzó a convertirse en la tónica (con ginebra, por supuesto) habitual de sus noche de jarana. Nico gastaba más y más, e iba retrasando, cada vez más, el pago de sus copas, hasta el punto de que en los bares de la zona comenzaron a cobrárselas algo más caras.
Todo seguía bien, hasta que una ola de recortes en la ciudad provocó una reducción de sus ingresos laborales y, lo que era más grave, de las ayudas de sus de amigos de la Unión Etílica. De repente, los equilibrios vitales de Nico se vinieron abajo. Él siguió saliendo y consumiendo buen alcohol. Pero los pagos se iban aplazando y los precios que le cobraban aumentaban exponencialmente.
Un buen día, todo estalló. Tres señores de oscuro (Moise's, Fito y Sergio Pablo) se paseaban por su zona de marcha, alertando del peligro de que Nico no pagara sus copas. Los camareros se unieron para reclamarle un dinero que no tenía. Nico era incapaz de hacer frente a sus obligaciones, y sus compañeros de la Unión Etílica le hicieron un elevado préstamo, para que pudiera pagar sus copas, con la condición de que moderara sus gastos. Nico agradeció el apoyo de sus amigos y, como muestra de buena voluntad, decidió sustituir sus copas de Hendricks por Beefeter.
La medida no fue suficiente, porque Nico mantuvo su ritmo de fiestas y copas diarias. Ahora, no sólo era incapaz de pagar las copas, sino que la devolución del préstamo a sus ámigos parecía misión imposible. Pronto, los señores de oscuro volvieron a levantar las alertas, los bares de la zona elevaron los precios de los Beefeter que solicitaba Nico y su incapacidad de pago crecía sin mesura. Nuevamente, la Unión Etílica tuvo que acudir al rescate de Nico, aunque en esta ocasión se lo pensaron mucho. Finalmente, accedieron, pero a cambio de nuevas condicones: Nico tendría que salir menos de fiesta, cambiar el Beefeter por el Larios y volver a casa en metro y no en taxi.
No tuvo más remedio que aceptar, pero antes se permitió protestar: "El Larios me dará resaca"...Sus amigos pensaron: "Por suerte, la resaca no es contagiosa". ¿O sí?
P.D: Esta historia fue escrita a las 5 de la mañana, depués de una noche con Nico y sus amigos. Cualquier parecido con la realidad es fruto de su imaginación (y supongo que de la mía). Sea cual sea su interpretación de esta historia, sobre todo si interpreta que es una auténtica mierda, probablemente sea válida.


